Escribió Gabriel Celaya que las palabras
"Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos". Porque Gabriel Celaya, además de ser un poema intimista que escribía hermosos poemas de amor, era, sobre todo un poeta social, un poeta solidario con el ser humano. Si hubiese vivido hoy es probable que su poesía estuviese rabiosa de gritos contra los tiranos y con la mano tendida hacia los que sufren los desafueros de los tiranos. ¡Tendría tanto que escribir que no pensaría en su propia desgracia! Porque
Gabriel Celaya, que nació también un 18 de marzo, hace cien años, y que murió el 18 de abril de 1991, estaba bastante solo y murió pobre, en la indigencia, lo que significa que al final de sus días no tenía apenas medios para subsistir. Sin embargo, sus versos siguen vivos y son, como el pan, cada vez más necesarios. No sé si las Instituciones lo recordarán hoy, pero nosotros no queremos olvidarlo porque, como todos aquellos que viven para ayudar a los demás, no está muerto, sigue vivo en su poesía necesaria:
Despedida
Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
Sus poemas en Amediavoz
Su voz en la Biblioteca Virtual Cervantes