Había una vez un poeta muy simpático que se inventó un género literario que consistía en decir en un verso un aforismo o sentencia filosófica, a veces irónica, otras sorprendente, en ocasiones paradógica, con frecuencia juguetona y hasta disparatada, pero que siempre nos pueden hacer pensar. Para que no las confundieran con las greguerías de otro poeta también muy simpático llamado Ramón, nuestro poeta decidió llamarle a esas ideas que se le pasaban por su chistera -perdón, digo por su cabeza- "aerolitos". Lo he buscado en el diccionario y aerolito significa:"Meteorito que cae sobre la tierra, formado por material rocoso y originado por la fragmentación de un cuerpo celeste al atravesar la atmosfera". Así que creo que ha elegido un buen nombre para estos versos. Este poeta escribió una vez que le gustaría que lo enterraran vestido de payaso pero no sé si su familia habrá tomado en serio esta última voluntad. Lo digo porque se murió el jueves, en Francia, a la muy respetable edad de 87 años. Se llamaba Carlos Edmundo de Ory y era así:
Nació en Cádiz en 1923 y antes de tener uso de razón (¿Por qué se dice "uso de razón" y no "uso de corazón"?)ya estuvo en contacto con la literatura, ya que su padre era periódista y poeta. Así que no resulta raro que con veintidós años publicase su primer libro de poesías, Versos de pronto. Además le gustaban tanto los libros que decidió ganarse la vida trabajando de bibliotecario. Pero como además de bibliotecario era bastante revolucionario, en 1953 se exilió a Francia donde siguió siendo bibliotecario y revolucionario. Nunca dejó de escribir. En el año 2003 su obra poética se recoge en la antología Música de lobos. A mí, personalmente, me gustan mucho estos versos de su poemario La flauta prohibida:
Me escondo en algún sábado
y escribo con la escoba
en un rincón de ala de alguna mariposa
Como los aerolitos son meteoritos que caen sobre la tierra y además tienen consistencia rocosa, es mejor que te andes con cuidado, no sea que te caiga en la cabeza uno de estos aerolitos de Carlos Edmundo de Ory:
La poesía es un vómito de piedras preciosas.
La risa es el sexo del alma.
¿Por qué se dice "uso de razón" y no "uso de corazón"?
En las estrellas cuelgan nuestros calcetines cuando soñamos.
Me extraña la palabra amor en el verbo amordazar.
Siempre he pensado que los espejos respiran.
El lobo es un hombre para el lobo.
Desconócete a ti mismo.
Solo lo extraño me es familiar.
El que camina honor a sus sandalias.
Yo no soy un soñador. Soy un buscador de sueños.
Pasaremos como aves dormidas.
Hoy tengo el amor subido.
Pienso luego vacas.
Solo me comprenderá quien sea más loco que yo.
La imaginación, esa esponja del infinito.
La página en blanco es un campo de nieve. Haz aparecer en ella tus figuras.
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